15.3.14

Reflexión


Es un sábado cualquiera, el plan de negocios se encuentra desparramado en el escritorio, la taza de café se enfría, por unos instantes la mente se desconecta, se pierde en los acordes de la música que bajito se escucha en la habitación.
Me puse a leer a Izarra, sus letras tienen ese efecto raro que me desconectan del mundo en el que vivo; viajo, fuera de esta galaxia de infortunios e indiferencias.
No podía dejar de ver la nube blanca que suavemente viajaba a través del tan extraño color azul del cielo.
En mi mente se repetían palabras incoherentes, infantiles, agresivas, amorosas, de disculpa…
Desconectarse por momentos del aterrador trabajo es maravilloso, aunque solo sea para reflexionar sobre eventos, palabras, acciones, sin arrepentimiento, pero con el remordimiento de saberlas.
Tener miedo es tan natural y normal como ir al baño.
Deberíamos regalar besos.
¿Por qué siento ese aguijonazo de culpabilidad en la boca del estomago?
Pedir disculpas es sano.
Ignorar es un acto agridulce, tan bueno como malo, ignora a los necios, no ignores a quien te da la mano.
¿Por qué me gusta tanto?
Esta reflexión ya no me esta gustando (muero por ese beso).
La demás gente no tiene la culpa de tus pedos existenciales, madura.
Mejor, sigo trabajando.

P.D. Creo que debería mostrarle esto a Flora

3 Almas al descubierto:

  1. Yo digo que mejor vuelvas...... y muestres todo lo que eres.

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  2. Y nunca se lo mostraste... o no recuerdo, mi memoria es un sólo pedazo de chapopote sin trabajar. Justo pensaba, apenas en el primer verso, en cómo disfruto textos así, directos, llegadores, simples y no por ello menos interesantes, en esa música que suena bajito en la habitación se queda uno ya disfrutando de lo demás, por qué los demás suelen ser tan enredados? Mejor sigo, también, trabajando... y agradeciendo que, aunque tarde, al fin se lo mostraste

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A veces el amor une a dos seres que no saben nadar, y viven en dos islas distintas...