12.7.10

Crónicas de nosotros (Primera Parte)










7 horas, 37 minutos, 18 segundos.

Ese fue el tiempo que le tomo llegar. Sentía el trasero dormido, después de tantas horas de viaje, pensando que el encuentro bien merecía la pena haberse quedado sin culo.
Tomo la valija, le dio distraída dos pesos al chico que le había ayudado a bajar del bus, con la mirada le buscaba, desesperada, entre toda la gente que se arremolinaba dentro de la estación. 
¿Lo reconocería?
Se hacia la misma pregunta una y otra vez, mientras secaba el sudor nervioso de la palma de sus manos en los jeans gastados que usaba, acompañando la estúpida camiseta rosa que mostraba un recatado escote por el cual se asomaba una minúscula parte de su generoso pecho.
Con el cabello atrapado en una coleta, y sin rastro de maquillaje entro a la sala de espera de la estación. Se sentía un calor sofocante, intensificando así el molesto sudor de sus manos. 
No lo veía.
Lentamente comenzó a vaciarse la estación, y no había rastro alguno de el. Entro en pánico.
Corrió arrastrando la valija hasta el local de casetas telefónicas que se encontraba ubicado en la esquina derecha de la sala de espera, preguntando con su acento extranjero, atrayendo las curiosas miradas de los que ahí se encontraban pidió explicación para conectar una llamada.
Marco los números, contando los pitidos, uno, dos, "contesta maldita sea" , tres....

- ¿Hola?
- ¿Donde carajos estas?
- En casa, ¿Donde estas vos?
- ¡Esperándote en la puta estación!
- Salgo para allá, espérame en el estacionamiento.

Colgo el teléfono, sonriendo como niña con juguete nuevo, dirigiéndose al estacionamiento. Aventó la valija en la acera, saco su libro favorito de poemas, y se sentó en el suelo caliente a esperarle.

10 minutos, eso tomo para que a lo lejos observara el coche, negro reluciente, se fuera acercando hasta donde ella se encontraba, sonreía con nerviosismo, el momento, había llegado....

1 Almas al descubierto:

  1. Jejeje, gracias a dios por los teléfonos, no? Y por los carros, también. Estarémos pendientes de la segunda entrega.

    ResponderBorrar

A veces el amor une a dos seres que no saben nadar, y viven en dos islas distintas...