Dibújame con una sonrisa un manantial de flores silvestres en la espalda, que sea tu lengua la pluma incansable que traza caminos de saliva tibia en mi generoso pecho.
Deja que tus manos esculpan la carne de este continente inexplorado de mi cuerpo.
Se el pirata que conquista y roba el tesoro que en mi vientre se esconde entre humedad y seda.
Riega con tu semilla de hombre mi tierra sedienta y fértil que espera con ansia dar fruto de tu amor.
Entierra tus ganas salvajes en mi cabello y almohada, donde gritas mi nombre entre suspiros y besos.
Galopa con el ritmo de las olas del mar embravecido el largo camino del deseo.
Encuéntrame en la cima de nuestra montaña imaginaria en el momento justo en el que yo arribo.
Descansa luego de la batalla entre mis brazos y lunares, deja que acaricie tu espesa mata de cabello negro, susurrándote al oído nuestro himno privado de cada encuentro.
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A veces el amor une a dos seres que no saben nadar, y viven en dos islas distintas...