Sentir esta tristeza recorrerme
por cada rincón de mi cuerpo, las infinitas ganas de llorar, de gritarle al
mundo que lo que siento, suceden cada mes, con la llegada de un ovulo inútil,
que no puede ser fecundado, que solo esta ahí para hacerme sentir la mas
miserable y vacía de las mujeres.
Son los días en los que el espejo
me dice fea, en los que el no habla, días en los que los abrazos están escasos,
y los besos son inexistentes.
El café de la mañana siempre es
en soledad, a la espera de nada a estas alturas, y son estos días de óvulos infértiles
los que me llevan a pensar que tal vez he sido yo la equivocada, tal vez mis
elecciones del género masculino no han sido las más acertadas. Lo más curioso,
es que la lista de patanes no es larga, y después de que les alcanza el olvido
regresan, con la cola entre las patas, pidiendo por algo que dejaron ir justo
cuando más se les amaba.
Ya conocí el amor,
desgraciadamente el amor no me conoció a mi, paso de largo el infeliz, se fue
con su acento extranjero, su nariz larga, sus dedos flacos y su boca amarga
a buscar el amor lejos de aquí.
Eso de ser mujer me mata,
hormonas malditas aléjense de mi, busquen a alguien mas para joder, porque esta
mujer quiere ponerse de pie, dejar de pensar en el ayer, sonreír por lo que vendrá,
olvidar al que se fue, amar al que se deje, vivir.
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A veces el amor une a dos seres que no saben nadar, y viven en dos islas distintas...